sabato 29 agosto 2009

Encuentros de azul







De manera casi imperceptible,
un hilo purpúreo de vetas de plata había crecido en el mismo centro de su voluntad.
Al principio no era más que un pequeño tallo escondido,
que vibraba al atardecer con la sonrisa de los árboles balanceándose con el susurro de tus pisadas.


Mientras sobrevolaban la mitad del camino, de manera sencilla y dulce, el tiempo parecía detenido entre los ojos de la caminante incierta y las manos vacilantes de la mayoría.


La eterna ninfa del amor irracional, sobrevolaba las esquinas de las horas muertas, llenándose la boca y los bolsillos de palabras derramadas.
La locura y la felicidad de la mano conquistaban hasta los terrenos más inhóspitos y cerrados.


Sin darse cuenta, sus almas se reconocían levemente al pasar.
Las armaduras poco a poco iban cayendo para descubrirse transparentes y enredados. Eran como dos estrellas eclosionando a la vez, dos corazones de sol bombeando energía por encima del tiempo y la distancia.
Dos almas vibrando en la misma sencilla canción.



Enmudecía el cielo y el silencio se pintaba de azul al descubrir al abrazo incólumne desvestirse del verbo.
Sencillamente se habían encontrado otra vez, y las palabras una vez más murieron antes de nacer.
Sus manos y pies no eran otra cosa que eternas raíces de luz.
Dormían lo irremisible del tiempo en un abrazo infinito.


Ya no se olvidarían.

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