maullidos desde mi tejado

De ausencias escondidas en mi ombligo, de susurros colgados del lóbulo de mi oreja, de gritos en la niebla.

De esto se puebla esta tarde azul en mi cama.

De sinsentidos sin más marco que mis sábanas revueltas.

Tarde de vino y tu perfume en mi muñeca.

Tarde de desgarros.

Tarde de contraluces en mi perfil.

Ventana azul con montañas recortadas.

El sabor amargo del vino en mi paladar.

La primavera gritando vida ahí fuera.

Y yo mirando mis manos vacías.

Son un cuenco lleno de ausencia, de no tocarte, de no sentirte.

De desgarraros en la piel invisible que me rodea.

Y tu perfume colgando de mis muñecas.

Se balancea en un hilo invisible hasta mi cordura, le abre las puertas, la agita, la remueve y le grita tu nombre.

Se agitan en mi mente imágenes de ti, como parpadeos fugaces.

Tú durmiendo a mi lado.

Tú despertando en una cama llena de arena.

Tú llorando mientras dormía.

Tú revolviéndote entre mis piernas.

Tú mirando hasta el final de mis ojos.

Tú agarrándome fuerte para acercarme a ti.

Tú con tus ojos tristes mirándome en el aeropuerto.

Abro los ojos y corro hacia la ventana, para abrirla y lanzar al vacío tu nombre y mis desgarros.

Eres cuchillo de ausencia, eres un cálido y amargo trago de vino.


Eres todo lo que quiero y no tengo.